Como dos hombres

Siempre era más fácil y divertido cuando todo fluía, y era fácil y sencillo, directo y claro, mutuo y con ganas ambos. Era siempre mejor cuando, tras algunas conversaciones analíticas no tan banales ni ridículas, los dos mostrábamos sin tapujos las ganas que teníamos la una del otro, y, con la televisión de fondo en el sofá o en la cama,  o la música del coche, entre otros lugares, disfrutábamos del placer carnal sincero, empezando siempre con un beso, y acabando siempre con orgasmos...

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