Junto al mar

Era en ese balcón, en esa habitación del piso de altura, el balcón con puertas cotredizas y la tarde nocturna negra de las 19horas de la tarde, cuando, mirando y oyendo el mar, dejé que cuando te acercaste deslizaras la falda al suelo, y, sin nada debajo, me penetraras el sexo excitado y listo para el placer mientras oía tus gemidos de placer, primero con el dedo y después con el miembro, sin que nadie nos viese ni oyese, a la vez que las olas bailaban y rugían al mismo ritmo que nuestros cuerpos...

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